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Calabozos y geeks

El valor del Oscar

Luis Addams

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Los Premios de la Academia, conocidos también como los Oscars, se han considerado la meta final para las grandes producciones estadounidenses, que debido a la conquista de Hollywood en el mundo algunos consideran un referente de esa magnitud aunque quizá al final no lo sea. No es que quiera menospreciar o pecar de inocente sobre la influencia del cine de Hollywood en la cartelera, taquilla e industria del entretenimiento incluso en nuestro país, pero pretender que sólo aquello que los Oscares premian en lo más aplaudible se quedaría corto ante todo el talento que prolifera más allá de esas fronteras.

Sabemos que para ser nominado a estos premios no basta con ser una película extraordinaria, influyen muchos elementos, como el dinero invertido en campañas de promoción que puede equivaler al mismo costo de producción. Las cintas son además apoyadas por grandes estudios, aun sean “independientes”, reciben el respaldo en distribución de alguno de ellos. Eso corta las posibilidades de otras producciones, poco a poco minimizando el número de nominados, no por talento sino por otros factores. Este año producciones como Nomadland y El Padre llamaron la atención porque ciertamente tuvieron la fortuna de tener en el equipo o sus creadores a Frances McDormand y Anthony Hopkins, de otra manera no hubiesen llegado hasta el final.

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Gracias a los Oscars muchas películas llegan a los ojos de los cinéfilos que buscan descubrir producciones incluso más allá de los blockbusters, pero siendo honestos, esa repercusión no llega a los ojos de aquellos que van al cine a disfrutar de las palomitas, lo cual sería el eco ideal. El alcance en taquilla pocas veces aumenta debido a estos premios y lo peor es que la mayoría quedan olvidados poco después de la premiación.

“Actor nominado al Oscar” y todas las variantes sirve para llamar la atención pero al final no es lo que convence a un espectador para ir a ver la película, sigue siendo una historia llamativa o personajes famosos los que lo logran. Sin contar en estos casos aquellos filmes que ya tenían un eco gracias a sus protagonistas o a directores queridos, como James Cameros, Guillermo del Toro, entre tantos. Nada de eso quita el mérito por ser excelentes filmes, sin embargo el mundo no termina después de esa lista.

Otro problema resulta en la ceremonia, año tras año aburrida, con un intento de mantenerse actual sin lograrlo. Las temáticas de los filmes ahora abogan por la diversidad y eso estaría bien, de no ser porque se da digamos a fuerza de la presión externa, no por un compromiso real. Con eso se queda atrapada entre querer complacer a un público masivo y avanzar a pasos agigantados en una problemática que debió repararse de manera gradual. Este año debido a las pocas producciones hollywoodenses otros filmes tuvieron oportunidad de ser vistos, pero quizá no de ser recordados en la memoria colectiva.

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